Esta es la pregunta que surge luego de que Mariana Rodríguez, una influencer mexicana con 1.8 millones de seguidores en Instagram, contribuyera a la elección de su esposo, Samuel García, como gobernador de Nuevo León, México.

Cabe aclarar que no somos una revista política, por lo que el enfoque de este artículo no consiste en tomar bandos, sino en ahondar hasta dónde es capaz de impactar la influencia en redes sociales.

Parece que los influencers fueron los protagonistas de las elecciones en México, aquí tienes otro caso que involucró a influencers en las pasadas elecciones: Influencers vendidos.

Cuando se habla de “influencers” quizá lo primero que se te venga a la cabeza sea el tipo de persona que recomienda rutinas de ejercicio o cremas para las arrugas.

Pero, el caso Mariana Rodriguez, da pie a pensar que los “influencers” pueden ser el ingrediente X en la política.

Con solo 25 años, Rodriguez dejó mordiendo el polvo a jefes de campaña, asesores políticos y auténticos expertos en medios tradicionales.

Ella logró conectar con una audiencia para la que los dinosaurios políticos no están preparados, y para cuando se dieron cuenta, ya era muy tarde.

Mariana es parte de la generación que consume redes sociales; no para ver posteos políticos, no para leer infografías de la situación social nacional. O al menos, no está dispuesta a ver ese contenido de la forma tradicional.

Rodriguez entiende que lo que buscan los usuarios es un reality show, un portal hacia la vida de otras personas. También entiende, por experiencia propia, que la viralidad significaba más alcance, así esta se consiga a punta de memes y polémicas.

Y para muestra, un botón: en una ocasión grabó a su esposo mientras decía en qué lugares se celebrarían sus eventos políticos. Pero, Mariana decidió ignorarlo y mostrar sus tenis color fluorescente.

El momento se convirtió en un meme y la campaña de Samuel lo aprovechó para hacer vallas.

La influencer llevaba años compartiendo su vida personal y había estado envuelta en varias polémicas. Su propia boda fue polémica, al casarse en plena cuarentena.

Para cuando inició la campaña política, Mariana ya corría maratones en redes sociales, mientras que los políticos opositores apenas gateaban.

García pasó de tener un 13% en intención de voto, a duplicar esa proyección en apenas dos meses (según El País), gracias a la difusión de Mariana.

Mariana estaba lejos de ser el prototipo de político elocuente y quizá eso llevó a los adversarios a subestimar su influencia.

Un error que seguramente no volverán a cometer.